En
el deporte de alto nivel, las exigencias a la hora de correr cambian respecto a
los que practican deporte-salud, tanto a nivel físico como mental. Desde hace unos pocos años, al finalizar cada
temporada hago balance de los objetivos
marcados al inicio y me planteo si realmente merece la pena
seguir. Me pregunto si merece la pena tanto sacrificio, y no hablo solo de mi
sacrificio, hablo también del de la gente que me rodea. Esos que sin pedírselo
están a tu lado viajando cada fin de semana, animándote en cada metro, siempre
con la mochila a sus hombros, y todo por verte disfrutar, porque en el fondo
no les importa que seas olímpico, les importa que seas FELIZ.
Cada
año afronto el inicio de temporada con la misma ilusión que lo hacía con 16
años, creyéndome capaz de cumplir los objetivos como lo hacía por aquel
entonces, pero cada año de los últimos 5 lo termino igual que lo empecé, al
menos a nivel de resultados. Resulta frustrante chocar contra el mismo muro una
y otra vez y ver que sus paredes son quizás demasiado gruesas como para poder
derribarlas. Con la excepción de los incondicionales, los apoyos externos
escasean, ya no confían en tus posibilidades y te ves prácticamente solo contra
el muro. Pero hay algo que diferencia este muro de muchos otros, ni puedo medir
su grosor, ni saber de qué material está hecho, y a día de hoy, el único modo
de averiguarlo es calzándome las zapatillas y disfrutar como si fuese lo último
que hiciese. Estoy seguro que merece la
pena intentarlo, uno no debe preocuparse
por fracasar, debe preocuparse por sacarle el
jugo al fracaso y transformarlo en éxito personal, aprendizaje. Esta es la verdadera esencia del atletismo, la
lucha constante, el día a día, la ilusión que supone afrontar retos
‘‘imposibles’’ o no tanto.
Son
29 años recién cumplidos, espero que
muchos más por delante, el Maratón sigue esperándome al final del túnel pero
antes, hay que derribar el muro, mejorando algunos detalles y con ligeros
ajustes producto de ese aprendizaje, seguiremos a martillazo limpio hasta que
caiga y cuando lo haga y me sigan preguntando ¿Por qué corres?, tendré claro lo
que responder ¿Por qué no?.
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